martes, 17 de mayo de 2016

Vida celestial

La llama de la alegría resplandece
e ilumina mi entero corazón
en alabanza al Creador y padre 
de cada brisa, de cada estrella.

Soy hijo en el Hijo, eternamente.
Y, como hijo, bendecido con amor
y la herencia inmaculada
de la vida celestial que gozo ya. 

No soy ciudadano del barro,
sino espíritu libre y santo.
Heredero, por derecho, de la Luz.


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