viernes, 17 de junio de 2016

El único Mediador

"Y la vida eterna consiste en que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste." Juan 17.3

Cuando hablamos de vida eterna se entremezclan en nuestro interior emociones, pensamientos y convicciones de las más variadas. Imaginamos, posiblemente, una versión mejorada de nuestra existencia que se extiende sin límite en el tiempo. Pero, con un poco de atención nos damos cuenta de que Jesús debe haber hablado de algo muy distinto a eso cuando hablaba de "vida eterna".

La vida eterna, según Jesús, consiste en saber quién es Dios y quién es Jesús, no de modo intelectual, sino como se conoce a la propia familia. La vida eterna es calidad, no cantidad, y consiste en oír y hacer caso a la palabra de Dios. Dios escogió revelar la vida eterna por medio de la vida, enseñanza y acciones de Jesucristo. La vida eterna es, en pocas palabras, la plenitud de la vida humana.

"Cualquiera que reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, vive en Dios y Dios en él." 1 Juan 4.15

El Padre, en su infinito amor y sabiduría, dispuso que conociésemos y compartiésemos su voluntad y su carácter en nuestras relaciones con nuestros semejantes. No conoce realmente a Dios quien no se relaciona plenamente con su prójimo (cf. 1 Juan 4.20). El conocimiento de Dios se manifiesta en conocer a aquellos y aquellas creados a su imagen y semejanza, y ahí reside la vida eterna, vida en plenitud.

El apóstol Pablo escribió: "Porque no hay más que un Dios, y un solo hombre que sea el mediador entre Dios y los hombres..." ¿Queremos realmente saber qué es y experimentar la vida eterna? Encontremos en Jesús y en su completa humanidad, en su amor, en su compasión y en su justicia, el carácter de Dios que transforme nuestra visión y nuestra existencia.

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