La verdad no se dejó sin testigos,
envió débiles voces para que en todo
resplandeciese su luz y no la pompa
o el poder del conocimiento efímero.
Servidores de los servidores llamados
para la edificación del Templo vivo.
Sin más fuerza que la luz de la verdad,
la fe y el conocimiento del Hijo de Dios.
Desde la casa paterna él distribuye generoso
a sus obreros el salario, antes mismo de
iniciar las tareas a que fueron llamados.
Misterio de amor inmenso que, sin dudar,
pone en manos muy pequeñas su plenitud.
La verdad no se dejó sin testigos, yo soy uno.
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