martes, 25 de octubre de 2016

El lugar secreto del Altísimo

“Tú que habitas al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Omnipotente.” Salmo 91.1

El Salmo 91 es uno de los capítulos más conocidos y citados de la Biblia. El tema central de este pasaje es la completa paz, seguridad y confianza que goza quien vive en comunión con Dios. Cuando nos abandonamos en los brazos de nuestro Padre ya no dependemos de nuestra fuerza, porque Él es nuestra fortaleza; ya no tememos, porque Él es nuestra liberación; no desesperaremos, porque Él es nuestra certeza; no nos abatiremos, porque Él es nuestra victoria.

Un ejercicio espiritual muy sencillo y accesible es orar haciendo nuestras cada una de las palabras de este salmo, leyendo de forma pausada cada una de sus afirmaciones, considerando el significado y guardándolas en nuestro corazón. 

El texto nos hace referencia a un “lugar secreto” o “esconderijo” donde Dios nos cobija y nos instruye. Este lugar secreto no es otro que nuestro propio espíritu, la intimidad de nuestro corazón. Erróneamente podemos creer que el lugar secreto del Altísimo está en algún sitio o dimensión, pero siempre fuera de nosotros mismos. Buscando afuera lo que está adentro no es raro que pasemos nuestra vida vagando sin encontrar el centro de nosotros mismos. Dios está más cercano que nuestro propio aliento.

Habitar al amparo del Altísimo significa vivir bajo la protección de Dios mismo. A la sombra de sus alas gozamos de abrigo, protección y refrigerio. La Escritura no deja lugar a dudas, al llamar a Dios Omnipotente afirma que no existe otro poder aparte de Dios, y Dios es bueno, por lo tanto nuestro amoroso Padre puede, y quiere, realizar su buena voluntad en nuestras vidas.

“También sabemos que Dispone todas las cosas para bien de los que lo aman, a quienes él ha escogido y llamado.” Romanos 8.28

La oración superficial, formal y egoísta poco o nada puede hacer para acercarnos al lugar secreto del Altísimo, más bien todo lo contrario. Dios nos da entrada bajo la sombra de sus alas, en su esconderijo seguro, cuando “cerrando la puerta de nuestra habitación” nos entregamos a la plena comunión con el Padre, por medio de Hijo, en la comunión del Espíritu Santo.

“Pero tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta, y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará” Mateo 6.6

No hay comentarios:

Publicar un comentario