martes, 4 de octubre de 2016

El sexto Mandamiento

"No matarás."  Éxodo 20.13

"No pienses", "no digas", "no hagas". Como normas de conducta, los mandamientos son precisamente así, una serie de restricciones que regulan el comportamiento exterior. Sin embargo, cuando entendemos que debajo de la superficie se encuentra un profundo significado espiritual, comprendemos que el propósito de estos preceptos no es restringir, sino transformar. 

El sentido de este mandamiento es muy claro, toda violencia comienza en el corazón. Sin importar cuánto queramos enmascararnos tras un velo de moralidad y buenas inteciones, nosotros siempre estamos tratando de matar. Este precepto divino nos recuerda que pensar que podemos matar algo, es crearnos un conflicto del cual no podremos huir ni escapar de sus consecuencias. Solemos justificarnos diciendo que vivimos en un mundo agresivo y violento, y que es imposible vivir sin crear defensas. Lo cierto es que nada, ni nadie, puede atacar ni destruir lo que somos, hijas e hijos de Dios; únicamente nosotros, desde nuestro interior, podemos hacerlo.

"Ustedes han oído que a sus antepasados se les dijo: “No mates, pues el que mate será condenado.” Pero yo les digo que cualquiera que se enoje con su hermano, será condenado. Al que insulte a su hermano, lo juzgará la Junta Suprema; y el que injurie gravemente a su hermano, se hará merecedor del fuego del infierno." Mateo 5.21-22


Generalmente pasamos el tiempo de nuestras vidas pensando pensando y quejándonos de la maldad de otras personas, de los daños e injurias que hemos recibido, y de lo buenos y maravillosos que podríamos ser si no fuese porque los otros, con su malicia, nos impiden. Si somos sinceros, esos pensamientos están en nuestro interior, y somos directamente responsables por ellos. Nuestra libertad para ser nosotros mismos, así como nuestro progreso espiritual, se manifestarán tan pronto como reconozcamos que nadie puede herirnos, porque nadie puede destruir lo que Dios creó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario