viernes, 14 de octubre de 2016

El noveno Mandamiento

"No des falso testimonio contra tu prójimo." Éxodo 20.16

No necesitamos mucha reflexión, ni intrincadas especulaciones, para entender el obvio significado de esta ordenanza: No debemos decir mentiras. 


Es importante que observemos este principio en todos los aspectos de nuestra vida. La rectitud de la verdad no es únicamente una gentileza hacia las otras personas, afecta nuestra propia percepción. Si faltamos a la verdad, en cualquier aspecto, la verdad se hará cada vez más lejana e inaccesible para nosotros. La Biblia registra las palabras de Jesús, quien dijo: "Les digo lo siguiente: el día del juicio, tendrán que dar cuenta de toda palabra inútil que hayan dicho." Mateo 12.36

De forma más profunda, este mandato significa que, de una u otra manera, siempre expresamos quienes realmente somos. Es imposible ser una cosa y manifestar otra. Mi padre solía decir: "el que le miente a los demás es un pecador, pero quien se miente a sí mismo es un tonto". Es cierto que podemos engañar a otros por medio de mentiras y máscaras, pero no de manera permanente. La verdad es la expresión del carácter de Dios en nosotros. La verdad divina no tiene como finalidad reformarnos o corregirnos, su propósito es transformarnos y hacernos una nueva creación.

"Simplemente di: “Sí, lo haré” o “No, no lo haré”. Cualquier otra cosa proviene del maligno." Mateo 5.37

Cuando nosotros percibamos que la veracidad, la sinceridad y la rectitud son mucho más que simples normas de convivencia social y honestidad formal, nos estableceremos firmemente en la verdad divina y podremos dar recto testimonio, no sólo con palabras, sino con nuestra vida entera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario