martes, 29 de noviembre de 2016

¿La naturaleza humana debe cambiar?

"Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en plenitud." Juan 10.10

Frecuentemente, ante las manifestaciones más bajas de la conducta, solemos afirmar con tristeza y pesimismo “no hay esperanza, la naturaleza humana nunca cambia”. Pero lo cierto es que no hay necesidad de cambiar nada, fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. La naturaleza humana, su esencia, es divina, buena e ilimitada. El mal en sí mismo no existe, excepto aquél que es pensado y ejecutado por nosotros mismos; no pertenece a la naturaleza, sino que es accidental.

"El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer? Amparo de mi vida es el Señor, ¿ante quién temblaré?" Salmos 27.1


Dios jamás estuvo, ni estará, lejos de nosotros. Somos nosotros quienes creamos la separación, pero sólo de manera ilusoria. Nuestra naturaleza, la de todos y cada uno de los seres humanos, nos mantiene en permanente unión con Dios. Podemos percibir la presencia divina en cualquier instante, ¡ahora mismo!, creyendo en su cuidado y protección, y permitiendo que esta fe llene nuestro espíritu con paz y equilibrio. El propósito divino para cada uno de sus hijos e hijas es expresar la plenitud de vida, ¿qué espacio queda, entonces, para el temor, el pesimismo y la desesperanza? ¡Ninguno! El reino de los cielos está dentro de nosotros y lo experimentamos en la medida que nos hacemos conscientes de ello, conscientes de nuestra naturaleza.

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