"Pon tu vida en las manos del Señor; confía en él, y él vendrá en tu ayuda." Salmos 37.5
En todos los ámbitos de la vida, pero principalmente en la oración, tenemos la costumbre de decir: "me esfuerzo, me esfuerzo, pero no lo logro". Aunque nos cueste aceptarlo, la razón del fracaso es el esfuerzo propio. La realización no viene de "esforzarse", sino de "dejar en manos de Dios". Cuando más nos "esforzamos" por hacer las cosas, más estamos reforzando lo externo. Cuando dejamos a Dios obrar en y por medio de nosotros, se manifestará la obra del Espíritu y el éxito no demorará.
"¿Hay acaso algo tan difícil que el Señor no pueda hacerlo?" Génesis 18.14

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