martes, 17 de octubre de 2017

Deja tus preocupaciones al Señor

"Deja tus preocupaciones al Señor, y él te mantendrá firme; nunca dejará que caiga el hombre que lo obedece." Salmos 55.22


Todos, con más o menos frecuencia, tenemos momentos de preocupación y ansiedad. Pero, aunque aparentemente lo que nos preocupa es algo material, como la salud o el dinero, toda ansiedad es puramente mental. La preocupación, la frustración, el enojo, la impaciencia, no valen la pena ni aportan nada a la hora de resolver problemas. Ninguna cosa o situación valen la pérdida de la paz interior. Frente a la preocupación y la ansiedad, centrarnos únicamente en Dios es el remedio infalible.

La verdad de las afirmaciones anteriores descansa sobre la verdad de la omnipresencia de Dios. Eso quiere decir que, sin importar qué tan mal parezcan estar las cosas, Dios siempre está presente y nunca dejará que caigamos. Sin importar qué sea lo que nos quita el sosiego, la oración lo colocará en su debido lugar. Si nuestras circunstancias actuales aparentan ser irresolubles, podemos aquietarnos en la presencia de Dios y dejar que sea Él quien nos guíe, y nos permita aprender la amorosa lección que cualquier cosa, situación o persona trae consigo.

"Por lo tanto, yo les digo: No se preocupen por lo que han de comer o beber para vivir, ni por la ropa que necesitan para el cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa?" Mateo 6.25

Ninguno de nosotros está libre de problemas, grandes o pequeños. Y, si algo viniera a sucedernos ¿qué? Aunque perdiéramos el dinero, la salud o sufriéramos alguna catástrofe. ¿Qué con eso? Gran parte del sufrimiento, ansiedad y desesperanza en esas circunstancias no proviene del hecho en sí, sino de creernos tan especiales que esas cosas jamás podrían sucedernos. ¿Entonces qué? Dejemos nuestras preocupaciones al Señor, y Él nos mantendrá firmes...

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