martes, 24 de octubre de 2017

El secreto del éxito en la oración

Es posible que, por imaginar a Dios lejano y complicado, nos parezca que Él solamente oye oraciones pomposas y complicadas. Pero lo cierto es que cualquier tipo de artificialidad romperá la comunión espiritual y nos conducirá al fracaso. Por medio de Moisés, Dios instruyó a los israelitas a construir sus altares de forma sencilla y rústica; solamente con piedras, sin pulir ni escuadrar. El secreto de la oración eficaz es ser simple.

"Y si me hacen un altar de piedras, que no sea de piedras labradas, porque al labrar la piedra con herramientas se la hace indigna de un altar." Éxodo 20.25

Las oraciones ensayadas, con lenguaje pomposo y artificial, son fruto del intelecto, y el intelecto no puede ser un canal de comunión espiritual. La inteligencia racional es un instrumento maravilloso dentro de su propia área, pero no es posible orar intelectualmente. Tan pronto como encerramos la oración en una fórmula elaborada mentalmente, especialmente si nos lleva a sentir que estamos siendo inteligentes o literarios, disfrutándolo, podemos saber que no estamos orando, sino recitando un discurso.

"Y al orar no repitan ustedes palabras inútiles, como hacen los paganos, que se imaginan que cuanto más hablen más caso les hará Dios. No sean como ellos, porque su Padre ya sabe lo que ustedes necesitan, antes que se lo pidan." Mateo 6.7-8

Si de pronto un camión se dirigiese hacia nosotros, no tendríamos tiempo para elaborar especulaciones teológicas u oraciones abstractas; clamaríamos de forma muy directa y simple a Dios por auxilio. Este ejemplo encierra una enseñanza muy práctica: La razón por la cual experimentamos mejor el poder la oración en circunstancias dramáticas es, porque en tales situaciones, sencillos, directos y espontáneos.

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