martes, 3 de octubre de 2017

¡Cuidado, perro bravo!

«Tengo tres perros peligrosos: la ingratitud, la soberbia y la envidia. Cuando muerden dejan una herida profunda.» - Martín Lutero

Involucrarnos negativamente en la relación con nuestro prójimo es como enfrentarse a un perro agresivo: es muy peligroso. Muchas veces queremos disfrazar la ingratitud, la soberbia o la envida con una máscara de indignación, moralismo o deseo de corregir al otro, pero eso es agarrar al perro bravo por las orejas ¡y seguro que morderá! Aunque no expresemos nuestras actitudes, sino que las mantengamos en en interior del propio corazón, aún así no quedarán sin consecuencias.


"Meterse en pleitos ajenos es agarrar a un perro por las orejas." Proverbios 26.17

Dios nos ha creado para vivir en comunión, para interesarnos y ser compasivos con los demás. El solipsismo no es espiritual, ni es humano. Siempre es bueno pensar correctamente acerca de las personas que nos rodean y de las situaciones que nos tocan vivir, pero siempre debemos cuidar de hacerlo desde la perspectiva adecuada, centrados en la presencia de Dios, lejos de la ingratitud, la soberbia o la envida, evitando así agarrar por las orejas a un perro peligroso.

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