viernes, 22 de mayo de 2020

Dichosos los que confían en el Señor

"¡Dichosos los que confían en el Dios de Jacob, los que cuentan con la ayuda de Dios, el Señor!" Salmos 146.5

Nuestra época exige felicidad. Es tal la presión, que casi toda nuestra sociedad se siente frustrada y permanentemente enferma. Quien no puede consumir todo lo que el mercado ofrece no es considerado como plenamente humano. Quien no triunfa es juzgado como sin valor. Quien no domina sobre los demás es menospreciado y marginado.

El concepto de felicidad de la sabiduría mundana es diametralmente opuesto a la alegría según Dios. El Señor, creador de todo lo que existe, ha dado la obra de sus manos para beneficio de todas sus criaturas. La codicia, la opresión y la injusticia se oponen por completo a la voluntad divina. Por eso Dios se levanta como el proveedor, sustentador y defensor de los más desfavorecidos.


En Jesús, Dios se acercó a la humanidad, particularmente a los pobres y sufrientes, para mostrar y manifestar un reino diferente. Dios reina con amor, justicia y paz. El reino de Dios produce gozo. La sabiduría del mundo es vana, la vida en la tierra es fugaz, las riquezas son efímeras. Centrémonos en Cristo y la eternidad, y disfrutemos de la vida plena que Dios nos promete. "El Señor reinará por siempre; ¡Sión, el Señor es tu Dios eterno! ¡Aleluya!" Salmos 146.10

«Vuelvan y cuéntenle a Juan las cosas que han visto y oído. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres se les anuncian las buenas noticias. Bienaventurado el que no tropieza por causa de mí.» Mateo 11.4-6

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