Tal vez la enseñanza más revolucionaria de Jesús, y la menos comprendida, sea la omnipresencia real y la absoluta disponibilidad paternal de Dios. La aceptación y experiencia de la presencia constante e inmediata de Dios es fuente de verdadera paz y alegría. Si nuestra fe en la existencia de Dios es auténtica, la misma debería producir alegría. Dios es el único poder en el Universo y Dios es el Bien. Por lo tanto, la vida, que el manifestación de la actividad divina, debe ser buena también.
"Alégrense siempre en el Señor. Repito: ¡Alégrense!" - Filipenses 4.4
Expresemos la alegría de vivir. La alegría es una actitud que debería identificar a los discípulos y discípulas de Jesús. Salgamos al mundo con una sonrisa en los labios, aun si exige de nosotros un pequeño esfuerzo, y mantengamos esa actitud hasta que se haga espontánea e impregne de alegría y paz todo nuestro entorno.
"Ustedes saldrán de allí con alegría, volverán a su país con paz. Al verlos, los montes y las colinas estallarán en cantos de alegría y todos los árboles del campo aplaudirán." - Isaías 55:12
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