martes, 13 de octubre de 2015

Enojo peligroso...

El enojo, la ira, el resentimiento, el deseo de revancha, el sentimiento de “se lo merece”, forman una barrera inexpugnable para el desarrollo espiritual. Jesús dijo que si estamos ante el altar llevando nuestra ofrenda y hacemos memoria que un hermano tiene algo contra nosotros, debemos dejar allí mismo el presente e ir a hacer la paz, cuando hayamos hecho eso, entonces la ofrenda será aceptable.

"Así que, si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí mismo delante del altar y ve primero a ponerte en paz con tu hermano. Entonces podrás volver al altar y presentar tu ofrenda." Mateo 5.23-24

El Maestro toma esta profunda lección de la tradición oriental. Él dice en primer lugar que quien está enojado con su prójimo está en peligro, segundo, que ser hostil con otra persona, es un peligro aún más grave, y por último que guardar ira hacia un hermano o hermana es colocarnos fuera de cualquier esperanza de crecimiento espiritual mientras permanezcamos en ese estado de rencor.

Es notable que un gran número de versiones bíblicas cometen un notable error al traducir este pasaje, introduciendo una frase que no se encuentra en los manuscritos más antiguos y ponen en boca de Jesús: “Así que si alguien está enojado sin justa causa”, lo cual es una ridiculez manifiesta. Ninguna persona en su sano juicio se enoja sin lo que ella considere una razón válida, una causa justa. Lo que Jesús dijo fue cualquiera que esté enojado con su hermano por cualquier circunstancia está en peligro.

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