viernes, 20 de noviembre de 2015

Dios es Todo en todos

Todo lo que existe -visible o invisible- es una expresión de Dios. Dios, la actividad divina, es todo cuanto existe en el Universo. Dios es la Inteligencia Creativa del Universo, es el Principio fundamental de todo. Cuando andamos en la Verdad, y vivimos de acuerdo a ella, vemos a Dios en todas las cosas. 

Dios está presente en todas partes, en todas las cosas, y lo abarca todo, entonces, Dios está presente en nosotros también. Puesto que Él existe eternamente, nada está separado de su Presencia. Así, todas las cualidades divinas también están presentes en todo.

Dios es la Vida universal, es Sabiduría, Amor, Verdad, Entendimiento, Paz y Bondad perfectos. Si Dios, si todo Él es y está en nosotros, entonces sus cualidades espirituales también se encuentran en nosotros.

Todos conocemos el texto de Génesis 1.26: "Y Dios dijo: «Ahora hagamos al hombre a nuestra imagen. Él tendrá poder sobre los peces, las aves, los animales domésticos y los salvajes, y sobre los que se arrastran por el suelo.»". Aunque muchas veces no lo percibamos, existe una dimensión no-física, en cada uno de nosotros, que está dotada de todos los atributos y dones divinos.


Nuestra vida, con todos sus desafíos, nos brinda una oportunidad única para descubrir y experimentar lo que realmente somos: seres espirituales teniendo una experiencia humana. Nuestra verdadera identidad es ser la imagen de Dios, sus hijos e hijas.

"Miren cuánto nos ama Dios el Padre, que se nos puede llamar hijos de Dios, y lo somos. Por eso, los que son del mundo no nos conocen, pues no han conocido a Dios." 1 Juan 3.1

Al empezar a percibir que pertenecemos a la Luz (eso que llamamos despertar espiritual) la vida toma una nueva y amplia perspectiva. Comenzamos a darnos cuenta que vivimos en un universo que en realidad es "amistoso" para con nosotros. Adquirimos la fuerza y las habilidades para ver la vida como una experiencia satisfactoria y significativa, que nos da también la oportunidad de ser una fuente de bendición para los demás.

Al tomar conciencia de nuestra posición como hijos e hijas de Dios, empezamos también a obtener respuestas para todos nuestros interrogantes y comenzamos a encontrar las soluciones adecuadas para todos nuestros problemas. De esta manera, pasamos a vivir siempre con una gran expectativa de la realización del bien en nuestras vidas y en la de nuestro prójimo. Vivimos así en una comunión más profunda y consciente con la Fuente de Todo Bien en nosotros, que es Dios.

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