Nos engaña el tiempo con la ilusión
de transcurrir entre la cuna y la sepultura.
Dios, el gran espacio en que todo transcurre
manifiesta su poder en la paciente espera.
Sin dudas el castigo por el pecado es el pecado
en sí mismo, sin cielos ni infiernos.
El galardón de la virtud es la misma virtud,
y es santo paraíso de vida eterna en plenitud.
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