Desde lo alto de la gloria
podíamos ver la inmensidad.
Nuestro derecho natural
a la grandeza divina.
Todos hemos huido
de nuestro propio valor.
Y desde la lejanía anhelamos
aquello siempre somos.
La gloria del paraíso divino
es volver al interior que resplandece
en el corazón del Universo.
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