Vagamos sin rumbo buscando en el futuro
aquellas huellas que quedaron en el pasado,
y olvidamos la vida que es siempre ahora.
De una vez y para siempre nuestras cadenas
fueron rotas por quien quiso ser hermano
tuyo, mío y de cada uno en la entera creación.
Está hecho, ahora, siempre ahora y aquí,
en el final de los tiempos, instante
que se hace presente al abrir los ojos.
De una vez y para siempre, el rescate
es suficiente y eficiente para liberarnos
del cerco que nos esclaviza.
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