martes, 12 de abril de 2016

Manumisión


Percibir que soy un cautivo,
vendido por monedas a la esclavitud,
es saber también que, desde el origen,
la libertad es mi naturaleza.

¿Quién fue el infame que me vendió? 
Triste es saber que fui yo mismo. 
La prisión es el temor que aquieta. 
Paralizarse en el miedo es ser esclavo. 
Mi prisión es una Ley que yo mismo 
inventé, mi juez y mi verdugo. 
Pero la esclavitud no es mi naturaleza.
Soy hijo, no esclavo. ¡Soy libre!

Uno como yo, mi hermano, puso fin 
a la ilusión de la Ley que me oprimía.

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