viernes, 23 de junio de 2017

El poder de Dios se perfecciona en la debilidad


No cabe duda que vivimos en medio de una sociedad exitista. Nuestro grado de realización se mide por los logros obtenidos, el dinero acumulado, la apariencia de felicidad. Toda complicación o dificultad es vista como una barrera a la plenitud de vida. Incluso los predicadores han ido mudando su mensaje, vaciando el evangelio de su elemento escandaloso y transformándolo en una fórmula para "triunfar en la vida". El verdadero éxito no consiste en la ausencia de luchas, sino en la superación de las dificultades.

"El Señor me ha dicho: «Mi amor es todo lo que necesitas; pues mi poder se muestra plenamente en la debilidad.» Así que prefiero gloriarme de ser débil, para que repose sobre mí el poder de Cristo." 2 Corintios 12.9

Son numerosos y conocidos los casos de personas que, pese a sus dificultades y limitaciones, no fueron vencidas, sino que las mismas fueron el fundamento de su realización. Es posible que consideremos heroicas estas historias de superación, pero difícilmente pensaríamos que nosotros podemos hacer lo mismo. Nuestras flaquezas son un obstáculo únicamente si nos hundimos en ellas, si las entregamos en las manos de Dios, Él mismo hará que sean el factor determinante de nuestro éxito.

El místico alemán Johannes Tauler escribió: «El amor de Cristo es superior a toda ciencia cuando el hombre privado de cualquier consuelo exterior o interior, abandonado y privado de todo apoyo, puede permanecer de verdad en invariable abandono, como nuestro Señor Jesucristo estuvo abandonado». Si nos abandonamos en los amorosos brazos del Redentor, nuestras debilidades serán fortalezas y cada problema un poste indicador en el camino a Dios.

"¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta? Como dice la Escritura: «Por causa tuya estamos siempre expuestos a la muerte; nos tratan como a ovejas llevadas al matadero.» Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó." Romanos 8.35-37

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