martes, 8 de agosto de 2017

Con los ojos en el cielo y los pies sobre la tierra

Hace algunos años se hizo muy popular un librito que pregonaba la llamada "Ley de la Atracción". Según la autora de dicho libro, todos los bienes y males que se manifiestan en nuestra vida se deben a la tónica y contenido de nuestros pensamientos. En resumen, si pensamos de forma optimista todo estará bien en nuestras vidas, si pensamos mal se manifestarán los problemas y dificultades en nuestras vidas.

"Así ustedes serán hijos de su Padre que está en el cielo; pues él hace que su sol salga sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos." Mateo 5.45

Solamente por pensar o decir que todo está bien no hace con que las cosas estén bien. Claro que, si tenemos fe, creeremos que Dios cuida de nuestras vidas y tendremos un pensamiento optimista. Pero carece de todo sentido esperar que nuestros pensamientos y palabras, optimistas o pesimistas, van a hacer que se manifiesten mágicamente tal o cual circunstancia concreta.

"Señor, muéstrame tu camino; guíame por el buen camino..." Salmos 27.11

Por ejemplo, si estamos pasando por una enfermedad, no hace ningún bien fingir que estamos sanos, ¡Necesitamos medicina! No tiene nada de espiritual, ni de sentido común, el optimismo barato que pretende ver todo color de rosa. Necesitamos reconocer nuestra carencia, problema o mal, para presentarlo como es ante la Presencia de Dios para que Él, en su gracia, nos guíe correctamente.

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