viernes, 18 de agosto de 2017

Razón y meditación

"El hombre bueno se alegrará en el Señor y buscará protección en él..." Salmos 64.10

Todos lo sabemos; nuestras mentes están constantemente analizando, calculando, disecando. En su debido tiempo y lugar, y aplicada a objetos adecuados, esta capacidad que tenemos es útil y asombrosa. Sin embargo, para poder dividir cualquier cosa en sus elementos componentes, primero debemos matarla, desmantelarla.

Los análisis y razonamientos tienen su lugar en la ciencia, la tecnología y la educación, pero aplicados a la oración y la meditación, son fatales. Para dividir, clasificar, analizar y dominar, es obvio que debemos ser superiores al objeto de nuestro análisis. Querer ser superiores a la divinidad, encerrándola en las categorías de nuestros pensamientos, no es presunción, es tontería.

"¡Qué profundas son las riquezas de Dios, y su sabiduría y entendimiento! Nadie puede explicar sus decisiones, ni llegar a comprender sus caminos." Romanos 11.33

No podemos analizar a Dios, ni su poder, ni su sabiduría, ni su amor, tan sólo podemos aceptarlo como presente. Hacer teorías acerca de Dios y su acción puede ser un ejercicio interesante, pero las respuestas son sólo tentativas no absolutas. No obstante, lo que para nuestra razón es imposible, Dios nos lo otorga gratuitamente por medio de Cristo e instrumento de su palabra.

Como dijera Jakob Boehme: «Si quieres llegar a esto; si quieres permanecer intocable para las cosas sensibles; si quieres contemplar la luz misma de Dios, y ver todas las cosas con ella considera entonces las palabras de Cristo, que es dicha luz, y que es la verdad. Considera ahora sus palabras de Cristo cuando dice: "Sin mí no podéis hacer nada".»

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