viernes, 22 de diciembre de 2017

La eterna Encarnación


Si la Navidad se reduce a un simple memorial o, peor aún, a una intrascendente formalidad social, en realidad carece de significado. El sentido de la Navidad es otro; es la celebración del nacimiento del Hijo de Dios en cada uno de nosotros. El nacimiento del Hijo de Dios, no se limita a un evento en la historia, sino que se realiza cada vez que el Verbo se hace carne en nosotros. Este nacimiento es darse cuenta de nuestra unidad esencial con Dios, y esa percepción espiritual encierra el verdadero significado de la Navidad.

"Jesús le dijo: —Te aseguro que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios." Juan 3.3

El Maestro Eckhart dijo: «Dios nace íntegramente en mí para que no lo pierda nunca; pues, todo cuanto me es congénito, no lo pierdo. Dios tiene todo su placer en el nacimiento, y por eso engendra a su Hijo en nuestro fuero íntimo para que tengamos en ello todo nuestro deleite y engendremos junto con Él al mismo Hijo natural; porque Dios cifra todo su placer en el nacimiento y por eso nace dentro de nosotros para tener todo su deleite en nuestra alma y para que nosotros tengamos todo nuestro deleite en Él.» Que nosotros hayamos sido creados para ser la expresión de Dios, es la mejor noticia jamás proclamada y por eso se llama Evangelio. Al percibir a Cristo en nosotros, no podemos dejar de percibirlo en todos los demás. Por esa razón, la Navidad es también el tiempo de encontrarse y compartir.

"Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios. Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado." Juan 1.12-13


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