viernes, 1 de diciembre de 2017

Pasivos ante Dios

"Éste es el mensaje del Señor para Zorobabel: No depende del ejército, ni de la fuerza, sino de mi Espíritu, dice el Señor todopoderoso." Zacarías 4.6

Condicionados, como estamos, por el activismo y el deseo de logros, solemos considerar la pasividad como un defecto. Pensamos que nosotros debemos hacer, realizar y conseguir. A lo sumo pedimos a Dios la fuerza para alcanzar nuestras metas, pero en última instancia el realizarlas está en nosotros. Sin embargo, Dios nos llama a reposar en Él, a confiar nuestros anhelos, nuestras tareas, nuestra vida entera, en sus manos amorosas. La agitación nos impide percibir el refrescante soplo del Espíritu; solamente la quietud nos permite percibir la armonía, la belleza y la justeza de la acción de Dios en todo el universo.

"Dios, según su bondadosa determinación, es quien hace nacer en ustedes los buenos deseos y quien los ayuda a llevarlos a cabo." Filipenses 2.13


El magnetismo puede servirnos como un ejemplo ilustrativo. Si acercamos dos polos positivos, éstos se repelen. La atracción pasa siempre desde el polo positivo al polo negativo y nunca de otra forma. Dios es el eterno positivo, y si nos esforzamos por ser positivos, en el sentido de la ilustración, lo que hacemos es volvernos reactivos a la acción divina. Contrariamente, cuando permanecemos pasivos, o "negativos" (en el sentido que tiene en la corriente magnética), nos hacemos receptivos a la inspiración de Dios, al bien de las oraciones de otras personas y todo el bien que el Padre derrama generosamente en el Universo.

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