lunes, 10 de noviembre de 2014

Un puerto seguro


Decir que vivimos tiempos inciertos parece un simple frase hecha. La incerteza se ha hecho parte de nuestra cotidianeidad. Podemos afirmar, sin dudar, que la incerteza es la única certeza. Para algunos es un placer, casi masoquista, aferrarse a sus incertezas y al estrés que eso genera.

Muchas veces la vida ha sido comparada a las traicioneras olas de un mar tempestuoso. ¿Quién no se ha sentido así por lo menos una vez? Arrastrados por la fuerza de los acontecimientos. En un momento riendo y gozándonos de nuestra maravillosa existencia; al poco tiempo, hundidos en un foso oscuro de deseperanza y carencia.

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” Filipenses 4.13
 
No es necesario que fluctuemos en la confusión de ese mar. Dios nos ha provisto un adecuado puerto seguro, un lugar de paz. Ese puerto es la maravillosa presencia divina. Lleguemos a sus fuerte muelles y disfrutemos de la seguridad de su amorosa protección.

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