martes, 22 de diciembre de 2015

En quietud y confianza

"Vuelvan, quédense tranquilos y estarán a salvo. En la tranquilidad y la confianza estará su fuerza." Isaías 30.15

Cuando las dificultades de la vida se hacen presentes, casi naturalmente la agitación y el desasosiego ganan todo el campo de nuestra experiencia. Sin embargo, Dios nos invita a ver las cosas de modo diferente, a confiar en él en la calma de la quietud. La oración es, en su más profundo significado, descansar en Dios...


Dejemos nuestros afanes y preocupaciones a un lado y quedémonos tranquilos por un momento, dejando que las cosas simplemente sean lo que son. No es necesario forzar una actitud o centrarnos en algún tipo de pensamiento, sino tan sólo quedarnos tranquilos, reposar. La Biblia dice, en el Salmo 46.10: "¡Aquiétense! y reconozcan que Yo soy Dios".

La oración interior consiste en contemplar en lo profundo del corazón aquello que Dios es. Se trata de centrar la atención en algunas de las cosas que sabemos acerca de Él; que está presente en todo lugar; que nos conoce perfectamente; que nos ama y le importamos. Leamos unos versículos de la Biblia, o un pasaje de algún libro espiritual que nos inspire.

Durante ese periodo de silenciosa contemplación es importante no pensar acerca de nuestros problemas o necesidades, sino dar toda nuestra atención a Dios. En resumen, no intentemos resolver nuestros problemas directamente (usando la fuerza de voluntad, o planeando soluciones) sino más bien descansemos en la plenitud de la naturaleza de Dios.

Luego, con toda confianza, pidamos lo que necesitemos, con total tranquilidad, como quien sabe estar pidiendo por algo a lo que se tiene derecho. Demos gracias al amoroso Padre celestial por sus bendiciones sobreabundantes, como lo haríamos si alguien nos diera un presente. Jesús enseñó la clave de la oración eficaz: "... todo lo que ustedes pidan en oración, crean que ya lo han conseguido, y lo recibirán." Marcos 11.24

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