viernes, 4 de diciembre de 2015

Llamados a fructificar

Si me doy cuenta que estoy infeliz, insatisfecho, posiblemente enfermo o sufriendo carencias, eso significa simplemente que estoy poniendo de manifiesto el hecho de no estar permitiendo que la voluntad de Dios se exprese libremente en mi vida, no estoy haciendo lo que Él me destinó que hiciera.



La disconformidad no es necesariamente una cosa mala. Es mi deber estar descontento con cualquier cosa menor que la completa armonía y felicidad. Una sana insatisfacción con la apatía, el fracaso o la frustración, es el incentivo necesario para superarlos. Sin importar mis circunstancias, nunca estaré satisfecho hasta responder al llamado divino.


"Ustedes no me escogieron a mí, sino que yo los he escogido a ustedes y les he encargado que vayan y den mucho fruto, y que ese fruto permanezca." Juan 15.16


Esa llamada es, en el más pleno de los sentidos, la llamada de Dios, y cuando Dios me llama a Su servicio, Él provee todo lo necesario para atender al llamado. Sea lo que fuere que necesite para responder a la vocación divina, Él lo suplirá abundantemente, si pongo Su voluntad en primer término.


"Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas." Mateo 6.33

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