viernes, 18 de diciembre de 2015

Pruébese cada uno a sí mismo

"Examínense ustedes mismos, para ver si están firmes en la fe; pónganse a prueba..." 2 Corintios 13.5

Sin importar si lo creemos o no, siempre manifestamos lo que tenemos habitualmente en la mente. Nuestra conciencia demuestra nuestra unidad con el espíritu de Cristo. ¿Qué clase de pensamientos tenemos habitualmente? Esa es una respuesta que sólo nosotros podemos dar, nadie más. Se trata sencillamente de examinar nuestras condiciones y ver qué estamos manifestando. Así de simple.


Si un matemático está empeñado en la solución de un problema, por ejemplo, él no dirá: “Me pregunto qué hubiera opinado Gödel de esto. Admiro a Gödel. Si mi solución no es como la de Gödel, no la ensayaré.” Tampoco dirá: “No consideraré esta idea porque viene de Croacia”. Será objetivo, e imparcial. Probablemente dirá: “Voy a probar esto y decidir en base a los resultados que obtenga”. Otras personas pueden darnos indicios y ánimo para emprender la vida espiritual, pero no pueden cambiar nuestros pensamientos o la forma en que percibimos la vida. El cambio es interior y personal. Nadie puede pensar por nosotros. La realización de la conciencia espiritual es totalmente personal.

"[...] les daré un nuevo corazón y un nuevo espíritu." Ezequiel 11.19

No hay comentarios:

Publicar un comentario