martes, 15 de diciembre de 2015

Providencia infinita

Dios creó todo en plenitud, por su parte no hay restricción para que podamos acceder a esa plenitud de energía divina en todas sus formas. No obstante, para fines prácticos, podemos obtener de esa fuente inagotable, únicamente de acuerdo a la medida de nuestro entendimiento, lo mismo que podemos sacar agua del océano, sólo dependiendo del tamaño del recipiente que usamos. Lamentablemente, la mayor parte de las personas nos conformamos con una medida muy pequeña.

Una simple anécdota sirve para ilustrar la forma en que Dios actúa. Un hombre estaba lavando su automóvil, ayudado por su pequeño hija que había asumido la tarea de suministrar el agua necesaria por medio de una manguera. De pronto, el pequeño exclamó: “Papá, no sale más agua”. El padre miró por encima y, viendo el problema, calmamente dijo: No hay problema, quita tu pie de arriba de la manguera.

En el fondo, ese es el origen y la causa causa de todos nuestros problemas, nuestras carencias y nuestros temores. Detrás de cada causa aparente, subsiste el mismo error primordial. Insistimos en ahogar con todo el peso del pie de nuestra mentalidad el canal de la providencia divina, y luego nos quejamos porque la provisión del "agua de la vida" no fluye.

"Me has preparado un banquete ante los ojos de mis enemigos; has vertido perfume en mi cabeza, y has llenado mi copa a rebosar. Tu bondad y tu amor me acompañan a lo largo de mis días, y en tu casa, oh Señor, por siempre viviré." Salmos 23.5-6

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