viernes, 4 de marzo de 2016

El camino angosto

El cristianismo no consiste en el cumplimiento de reglas y preceptos mecánicos, sino en la transformación radical de la propia vida. La humanidad está siempre intentando, de todas las formas imaginables, alcanzar su propio bien. Nadie puede hacer esto por otro, es una senda apretada que debe ser recorrida personalmente. A esta transformación de la conciencia, Jesús la compara con una puerta estrecha y un camino angosto que, como él dice, solamente encuentran muy pocas personas.

"Entren por la puerta angosta. Porque la puerta y el camino que llevan a la perdición son anchos y espaciosos, y muchos entran por ellos; pero la puerta y el camino que llevan a la vida son angostos y difíciles, y pocos los encuentran." Mateo 7.13-14

Podríamos preguntarnos ¿por qué nos es tan difícil cambiar nuestra manera de pensar? La respuesta es que cambiar la conciencia no es fácil ni instantáneo, requiere constante vigilancia y abandonar hábitos arraigados de pensamiento y conducta. Entrar por la puerta angosta, sin embargo, es el principio de una transformación que bien vale el esfuerzo que pueda requerir.


Un cambio cualitativo de conciencia, la transformación que Jesús propone a sus seguidoras y seguidores, no puede producirse sin la entrega incondicional que requiere entrar por la puerta estrecha y transitar por el camino angosto. La meta es la plenitud de vida, vida eterna y segura.

Las palabras de Jesús, lejos de apuntar a la estrechez moralizante que repetidamente se les ha dado, invitan a una experiencia personal de seguimiento del Maestro. La puerta estrecha y el camino angosto, son imágenes muy acertadas. Tan pronto como nos abrimos a esta conciencia espiritual, percibiremos que todas las cosas trabajan verdaderamente para el bien de aquellos que aman a Dios.

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