martes, 20 de diciembre de 2016

Salvación

"Tú, Señor, eres quien salva; ¡bendice, pues, a tu pueblo!" Salmos 3.8

En la Biblia encontramos la palabra salvación repetida, al menos, unas ciento veinte veces. En el pasado esta palabra era esencial en el vocabulario cristiano, pero las generaciones recientes la han ido dejando en desuso. Aunque para la sensibilidad moderna la palabra salvación suene algo incómoda, permanece el hecho de que es uno de los ejes fundamentales de las Escrituras.

La palabra que en nuestras Biblias se traduce salvación también significa, y es traducida, salud, sanación y liberación. La voluntad de Dios para toda la humanidad, y para cada uno de nosotros, es "que todos se salven y lleguen a conocer la verdad." Recibimos la salvación, mediante la fe, buscando a Dios, y dejándolo trabajar en nuestras vidas.

"Yo, con voz de gratitud, te ofreceré sacrificios; cumpliré las promesas que te hice. ¡Sólo tú, Señor, puedes salvar!" Jonás 2.9

La salvación es obra de Dios, viene a nosotros sin esfuerzo, por pura gracia; pero, para la mayoría de nosotros, dudosos del amor incondicional del Padre, la salvación viene acompañada con cierta medida de "temor y temblor". La salvación que Dios da no tiene límites, pero nuestra incredulidad muchas veces nos impide ver la plenitud del amor que él derrama sobre sus criaturas. Las afirmaciones bíblicas sobre la salvación siempre se complementan con la seguridad y confianza como fruto de la misma:

"El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién podré tener miedo? El Señor defiende mi vida, ¿a quién habré de temer?" Salmos 27.1

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