martes, 17 de enero de 2017

Ánimo sin doblez

"Mientras iban de camino, un hombre le dijo a Jesús: —Señor, deseo seguirte a dondequiera que vayas. Jesús le contestó: —Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza. Jesús le dijo a otro: —Sígueme. Pero él respondió: —Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre. Jesús le contestó: —Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve y anuncia el reino de Dios. Otro le dijo: —Señor, quiero seguirte, pero primero déjame ir a despedirme de los de mi casa. Jesús le contestó: —El que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás, no sirve para el reino de Dios." Lucas 9.57-62

En numerosas ocasiones, y con diversos ejemplos, Jesús enseñó que una persona con doblez de ánimo, o indecisa, es inestable en todo lo que emprenda y, siendo así, tal persona no puede esperar gran cosa de la vida. El propio sentido común nos indica que si en un momento afirmamos una cosa y la negamos un instante después, si nos deleitamos en la meditación y al rato nos enredamos en los mil y un problemas, naturalmente tropezaremos en la senda espiritual.

Por ejemplo, si un amigo se ofrece a llevarnos en su vehículo y le decimos que queremos ir a nuestra casa, pero con sólo haber recorrido una cuadra le decimos que nos lleve al parque de la ciudad, y poco más allá le rogamos que nos lleve al centro comercial, de ninguna manera podríamos esperar que nuestro amigo nos hiciera arribar a algún destino. Sin embargo, es esto lo que muchas veces hacemos en nuestra vida espiritual. Queremos seguir a Jesús, pero también queremos "enterrar al muerto", queremos poner la mano en el arado, pero al mismo tiempo queremos "mirar atrás", provocando así una confusión que afecta todos los aspectos de nuestra existencia.

El poeta y místico William Blake escribió: "Aquel que desea pero no obra, engendra la peste." Cuando nuestros pensamientos, palabras y acciones son congruentes y se refuerzan unos a otros, los efectos son poderosos, y los resultados seguros. Cuando eso no sucede, sino que en nuestro interior hay una lucha provocada por un ánimo dividido, nuestro poder queda anulado, dejándonos como al principio, o incluso provocando una caída.

"Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará; pues Dios da a todos sin limitación y sin hacer reproche alguno. Pero tiene que pedir con fe, sin dudar nada; porque el que duda es como una ola del mar, que el viento lleva de un lado a otro. Quien es así, no crea que va a recibir nada del Señor." Santiago 1.5-7

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