viernes, 13 de enero de 2017

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor...

"Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna." Juan 3.16

El versículo anterior es, sin dudas, el pasaje de la Biblia más citado, el más conocido y menos entendido de todas las Escrituras. Nos han enseñado a pensar que es esta una declaración limitante, cuando en verdad es la afirmación de nuestra naturaleza fundamental. Con el argumento (o excusa) de que Jesús es el único Hijo de Dios, nos hemos acomodado a una vida truncada. Puesto que, como lo expresara bellamente Meister Eckhart, «Dios el Padre sólo tiene un Hijo, y este Hijo somos todos nosotros en Cristo. Ahora bien, si somos hijos en Cristo, debemos también ser lo que Cristo es, y tener la misma esencia que tiene el Hijo de Dios». "Cristo", entonces, no significa una persona individual, sino un principio por el cual todos los seres humanos expresamos la filiación divina.

Y entonces, ¿qué de Jesús? Él expresó el Cristo, su potencial divino, en plenitud y enseñó cómo expresar el nuestro también. Aunque los dogmas han encerrado el mensaje de Jesús en fórmulas para asentir y nada más, el llamado del Maestro sigue siendo "sígueme". La religión sobre Jesús se erige sobre un complejo enmarañado de especulaciones metafísicas, mientras que el evangelio de Jesús es una invitación a experimentar y manifestar el Cristo en nuestra propia vida.

"Así dice la Escritura: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente»; pero el último Adán se convirtió en espíritu que da vida." 1 Corintios 15.45

Un antiguo refrán oriental dice: "un maestro es como un dedo apuntando a la luna; los sabios miran la luna, los necios miran el dedo." Jesús fue un gran maestro de las verdades universales, la verdad divina que está al alcance de todos nosotros, y en ese sentido es nuestro guía, nuestro ejemplo, y nuestro precursor en el Camino. 

"Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago; y hará otras todavía más grandes, porque yo voy a donde está el Padre." Juan 14.12

Jesús fue, es, y será siempre nuestro gran ejemplo del Cristo en expresión. Pero es un fatal engaño, y una negación frontal de su mensaje, sostener que es el único Hijo de Dios. El místico luterano Jacob Boehme lo dijo con simples y claras palabras: «Debemos entender lo de la encarnación de Cristo, el Hijo de Dios, así: él no se hizo hombre en la virgen María solamente, de modo que su divinidad no está limitada a aquello. No, es de otra manera. Así como Dios, que es la plenitud de todas las cosas, no puede morar en un solo lugar, tampoco podría decirse que Dios se ha manifestado a sí mismo por una sola chispa de su luz.»

"A ellos Dios les quiso dar a conocer la gloriosa riqueza que ese designio encierra para todas las naciones. Y ese designio secreto es Cristo, que está en ustedes y que es la esperanza de la gloria que han de tener." Colosenses 1.27

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