martes, 24 de enero de 2017

Flujo y reflujo

Muchas veces nos desanimamos al percibir que nuestra vida espiritual no progresa en linea recta. Es que la naturaleza humana no se mueve de esa forma. Ninguno de nosotros avanza sin complicaciones hacia la perfección. Más bien sucede como con las mareas, con su flujo y reflujo, progresamos un tiempo y luego se produce un retroceso. Nuevamente nos movemos hacia adelante y, de pronto, tenemos un nuevo retroceso. Esas idas y venidas son parte del proceso y no son importantes si el movimiento general de nuestras vidas es hacia adelante.

"No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa." Isaías 41.10

La marea va y viene, fluye hacia adentro y hacia afuera. Durante la marea alta cada ola avanza con gran empuje, y parece imparable, hasta llegar a la marca de la costa; allí se detiene y retrocede, y podríamos suponer que en ese punto el empuje de la ola se acabó. Pero no es así. La marea vuelve atrás, pero no a donde estaba al inicio, y entonces avanza de nuevo y llega aún más lejos dentro de la costa. Esta es la forma en que trabaja la naturaleza, los aparentes retrocesos son impulsos necesarios para el progreso.


"Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito." Romanos 8.28

Si fijamos nuestra atención en cada evento o experiencia individual, algunos nos parecerán positivos y otros no. No obstante, lo que importa es el proceso general del cual cada avance y retroceso forma parte. No nos concentremos en las olas individuales, sino fijemos nuestra atención en la marea y podremos ver como nuestra vida progresa, alcanzando cada vez un punto más alto.

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