viernes, 20 de enero de 2017

Creo en el Espíritu Santo

"Así pues, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir según las inclinaciones de la naturaleza débil. Porque si viven ustedes conforme a tales inclinaciones, morirán; pero si por medio del Espíritu hacen ustedes morir esas inclinaciones, vivirán. Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios." Romanos 8.12-14


Por Espíritu Santo entendemos el poder de Dios, y su ayuda para el bien, para iluminar la inteligencia, purificar el corazón y fortalecer la voluntad, lo que, por lo tanto, nos esclarece, calma, anima y hace felices. No podemos describir a Dios mediante imágenes o esculturas, porque Dios es espíritu. Por lo tanto los que adoramos a Dios, de acuerdo a la enseñanza de Jesús, debemos adorar a Dios en espíritu y en verdadEl Espíritu de Dios está siempre en nosotros iluminando nuestra razón, lo que nos permite discernir el bien y la verdad, y fortalecer nuestra voluntad de permanecer del lado de la justicia, la misericordia y el amor. Al mismo tiempo, nos convence de nuestra fragilidad posibilitando así nuestro arrepentimiento y conversión.

Por medio del evangelio, el Espíritu Santo llama, reúne, ilumina, santifica a toda la cristiandad sobre la tierra y la conserva en la unidad de la fe en Jesucristo. El credo apostólico llama a la Iglesia "la comunión de los santos", congregada de todas las razas, pueblo, naciones y lenguas para anunciar "las obras maravillosas de Dios, el cual nos llamó a salir de la oscuridad para entrar en su luz maravillosa." Lamentablemente la Cristiandad no está unida. Durante el curso de la historia, la religión cristiana se ha dividido, por razones dogmáticas, políticas o económicas, en diferentes denominaciones. Pero las cristianas y los cristianos, sin distinción de confesión, están unidos por la enseñanza de Jesús sobre la unidad fraternal, y el vínculo del Espíritu.

"Y de la misma manera, todos nosotros, judíos o no judíos, esclavos o libres, fuimos bautizados para formar un solo cuerpo por medio de un solo Espíritu; y a todos se nos dio a beber de ese mismo Espíritu." 1 Corintios 12.13

La virtud del Espíritu Santo nos capacita para practicar las enseñanzas de Jesús, para adorar a Dios con espíritu entusiasta, para servir al prójimo con amor y misericordia, para preservar la pureza de corazón y someternos a la voluntad de Dios, buena y justa. Por medio de las exigencias de la Ley y las promesas del Evangelio, el Espíritu Santo nos da convicción de nuestros pecados y nos anuncia el perdón divino

"Nos ha marcado con su sello, y ha puesto en nuestro corazón el Espíritu Santo como garantía de lo que vamos a recibir." 2 Corintios 1.22

El Espíritu Santo hace que superemos el miedo a la muerte mediante el fortalecimiento de nuestra fe en el amor paternal de Dios y en la vida eterna. Jakob Boehme, místico y teósofo luterano, en forma muy plástica, describió así la vida eterna: «El alma tiene el cielo y el infierno dentro de ella misma con anterioridad, de acuerdo a lo que está escrito: El reino de los cielos no llega con la observación, ni dirá nadie ¡mira aquí!, ¡mira allí!, pues has de saber que el reino de Dios no llega con la observación, ni dirá nadie ¡mira aquí!, o ¡mira allí!, pues has de saber que el reino de Dios está dentro de ti. Y el alma se establecerá sobre aquello que en ti se manifieste, sea el cielo o el infierno.»

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