jueves, 11 de septiembre de 2014

Porque el reino de Dios ya está entre ustedes

Me sorprendo regularmente de lo fácil que es para mí, y para todas las personas, caer en la autocompasión. Decimos que creemos en Dios y en su bondad, sin embargo vivimos llenos de recelos, de temores y limitaciones. Sí, creemos en Dios, pero también sospechamos de Él y desconfiamos.

Existe un poder divino, en verdad el único poder, que es capaz de transformar la vida, tan profunda, tan radical, tan completamente que, a medida que el proceso avanza, nuestros propios allegados, amigos y familiares difícilmente lo comprenderán y de hecho, será difícil para nosotros mismos reconocernos como las mismas personas que éramos.

“Porque el reino de Dios ya está entre ustedes.” - Lucas 17.21

Este es el poder que puede levantar de una cama al inválido, físico o espiritual, y hacer libres a las personas, hijos e hijas de Dios, para salir al mundo a realizar la vida en plenitud, es el poder que puede atravesar y abrir la puerta de las prisiones físicas, mentales y espirituales, liberando a los cautivos.
 

Este infinito y divino poder, llamado el reino de Dios, puede hacer por cada uno de nosotros, lo que es probablemente la cosa más importante de todas en la existencia de cada ser humano: encontrar nuestro verdadero lugar en la vida y ponernos en él.

“Busquen primero el reino de Dios... y él les dará a su tiempo todo lo que necesiten.” - Mateo 6.33

Realmente este poder divino no está lejos de nosotros, no es inalcanzable ni irrealizable, no es nada menos que el poder fundamental del Ser aquí y ahora, y descubrir y acceder a este poder es, por derecho de nacimiento, la herencia de todo hombre y toda mujer.


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