miércoles, 24 de septiembre de 2014

Relajación

Al apartarnos para nuestro tiempo de comunión con Dios, es muy importante que escojamos un espacio silencioso y confortable en el cual meditar. 
 
 

Nos sentaremos en una posición cómoda, y así podemos empezar a relajar nuestros cuerpos y a aquietar nuestras Mentes,
 respirando profundamente y afirmando silenciosamente en el interior de nuestra mente: “Paz, aquiétate” a nuestros músculos y extremidades. 

Es importante que tomemos el tiempo necesario para relajarnos y soltar las tensiones físicas. Recuerda, no hay necesidad de apurarse, no hay prisa.

Mientras continuamos relajándonos, vamos soltando suavemente aquellos pensamientos y sentimientos negativos y perturbadores que hemos permitido que hagan su morada en nuestra conciencia.
Durante el proceso de desprendernos de nuestro estado de conciencia habitual, buscamos dejar ir las ideas limitantes acerca de quienes y que somos hasta que nos damos cuenta de  nuestra verdadera naturaleza como seres espirituales. 

Según continuamos firmando la verdad acerca de nosotros y entregándonos a la presencia divina, vamos tomando conciencia de una mayor sensación de libertad y receptividad.
  

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